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miércoles, 28 de marzo de 2018

Mateo 9:24-26 El Milagro de la hija de Jairo

18 Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
19 Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos.
20 Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;
21 porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva.
22 Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.
23 Al entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto,
24 les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él.
25 Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó.
26 Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra.

"Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme." Esta cita bíblica me tuvo intrigado durante mucho tiempo, pues mi hija lo había escrito en un trozo de cartulina y lo había adherido a la puerta de su habitación. Nunca imagine que se convertiría en un pasaje de mi vida que más tarde sería una angustiosa realidad el sentirme en una situación idéntica a la de Jairo, pero que Dios en su infinita misericordia y sabiduría, me había advertido con antelación que no me angustiara, pues por fe, mi hija solamente estaba dormida. Gloria a Dios.

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